“A 45 años y a propósito de sociedades enfermas” una columna de Juan Gajardo López

La conmemoración cuadragésima quinta del evento político más traumático del siglo veinte, no sólo porque malogró el proyecto de transformaciones sociales más profundo y democrático de nuestra historia, sino además por los costos humanos que produjo producto de la violación sistemática y brutal de los derechos humanos durante los 17 años de dictadura,  provocó reacciones que van desde el reconocimiento a las víctimas, pasando por la reivindicación del ideario del presidente Allende y la Unidad Popular, a un conjunto de análisis del proceso, lo cual ratifica su trascendencia.

Pero no se debe obviar el intento de los sectores gobernantes, muchos de los cuales fueron parte de la dictadura, para reinterpretar los hechos, ya no desde la mirada burda del grosero admirador del dictador,sino insistiendo en que la culpa de lo acaecido fue de todos. Sin embargo, esta tesis a través de la cual la derecha se ha blanqueado, giró en varios grados hacia la derecha si tomamos nota de las intervenciones del presidente.

Su actitud farisaica de condena a las violaciones a los derechos humanos, pero sin mencionar a sus responsables ni menos a quienes él mismo había definido cinco años atrás como “cómplices pasivos” , estuvo acompañada de una reflexión en la cual señala: “ ….el 11 de septiembre de 1973 nuestra democracia no murió de muerte súbita y sorpresiva. Todos sabemos que venía enferma, muy enferma, y desde hacía mucho tiempo…”

El señor Piñera de esta manera se refiere al clima efervescente y por momentos confrontacional, pero dentro de los marcos de la democracia vigente en esos momentos, que vivía Chile nítidamente a partir del año 61, año que marcó el fracaso del experimento liberal de Alessandri y la crisis no resuelta plenamente del modelo generado a partir de los gobiernos del frente popular de industrialización y sustitución de importaciones, todo lo cual  tenía raíces más profundas( baste leer el programa del candidato presidencial conservador Cruz Coke en elecciones del año 46), problemas ante los cuales, mayoritariamente, la sociedad buscaba superar a través de cambios estructurales.

El presidente Frei Montalva por ejemplo puso en debate la tenencia de la tierra, su productividad y el desarrollo agropecuario, cuando en el país un 68, 82% de la tierra laborable estaba sub utilizada y en poder de una minoría terrateniente. Fue esa ley del año 67, precisada en sus alcances por el entonces senador Aylwin el año 70, el sustento legal de la reforma agraria aplicada por la UP y que generó desde su dictación la reacción airada y muchas veces violenta de la derecha. Recuérdese el asesinato del funcionario Hernán  Mery durante el gobierno de Frei, por estar aplicando la ley de reforma agraria. A 50 años de promulgada esta ley, es de público reconocimiento que sin esa reforma agraria no habría sido posible la modernización de la estructura productiva del agro en Chile, incluso en su versión deformada por el actual neoliberalismo. ¿Será esa la enfermedad que habla Piñera?

Tal vez él no se refiera a la tenencia de la tierra, y su solidaridad sea con Kennecott, Cerro y Anaconda, empresas estadounidendes que explotaban el cobre  y que según estimaciones habían enviado a su país de origen hasta mediados de la década del 60 unos 10,8 mil billones de dólares. Por eso tanto Frei como Allende planteaban en sus programas en la elección presidencial del año 64, la nacionalización del cobre. Han sido los recursos generados por el cobre quienes han posibilitado sustentar en grado significativo los gastos del Estado, incluyendo el trato preferencial que en materia de presupuesto se ha asignado a las FFAA.

El gobierno de Allende fue la culminación de un proceso que superaba lo que fue la Unidad Popular, representaba un bloque histórico que a través de transformaciones estructurales aspiraba a una vida mejor para la mayoría de los chilenos. No sólo eran cambios en lo económico. Abordaba en su integridad temáticas de derechos como la salud, la educación , la participación y democratización del Estado  (también incentivado desde los tiempos de Frei por los programas llamados de Promoción Popular).

No era entonces la democracia la enferma, lo que sí agonizaba era una forma de ejercer el poder por una minoría plutocrática aliada a los intereses del imperio del norte y fueron ellos los que coludidos, dieron el zarpazo criminal a través de indignos mandos militares, para cercenar este proceso de transformaciones. La sociedad enferma porque la engendra el crimen y la traición es la que el señor presidente defiende. El futuro está presente en el ideario del Presidente Allende.