Entrevista de Radio U. de Chile a Guillermo Teillier: “Un gobierno progresista no da sin la DC”

(Vía radio.uchile.cl)  El timonel del Partido Comunista está convencido de que la única forma de volver al poder es a través de un acuerdo que vaya desde la DC hasta el Frente Amplio, con el PC como engranaje entre fuerzas progresistas y de izquierda. Teillier repasa acá las fallas del gobierno de Bachelet -como el no cierre de Punta Peuco-, la nueva cara de la derecha y el rol del Tribunal Constitucional (a quienes piensan en acusar constitucionalmente).

Por: Martín Espinoza C.

Guillermo-Teillier

– ¿Un cafecito, compañero Guillermo?

Guillermo Teillier dice que no, pero que gracias, mientras apoya su espalda en el respaldo de su silla. No se le ve tenso.

– Y aprovecho de pedirle una firmita, compañero Guillermo, le dice la misma mujer.

Hay cosas que en el Partido Comunista no cambian y que probablemente se mantendrán como tradiciones por el resto de su historia. Pero hay otras que sí han cambiado, por ejemplo, su táctica. Hace cinco años tomaron la controvertida decisión de aliarse con las fuerzas del conglomerado del cual habían sido históricos opositores, dando forma a la Nueva Mayoría, un proyecto que, según Teillier, no es un conglomerado, pero que sigue enmarcándose dentro de lo que el Partido Comunista promueve: un gran acuerdo de las fuerzas de oposición.

El PC y el gran bloque opositor

¿En qué está el Partido Comunista hoy? ¿Está trabajando alianzas, articulándose como oposición? ¿Hacia dónde tienen puestos sus ojos?

Nosotros estamos por una convergencia política y social muy amplia. Seguimos reuniéndonos con todos los partidos de la Nueva Mayoría -o ex Nueva Mayoría-, salvo la Democracia Cristiana (DC), que está en un proceso de discusión interna compleja y que nos han dicho que no van a participar mientras no tengan el consenso para ello. También hemos iniciado importantes lazos con el Frente Amplio. Han sido buenas las conversaciones que hemos tenido, incluso en la cámara logramos un acuerdo desde la DC hasta el FA para ganar la mesa de la Cámara y la presidencia de las comisiones, lo que es bastante importante.

¿Con qué velocidad avanza este proceso?

Yo creo que poco a poco eso va a ir caminando. No creo que tan rápidamente se puedan conformar acuerdos o pactos. Nosotros buscamos acuerdos sobre puntos concretos. Ahora, indudablemente que en la medida en que se acercan las elecciones municipales y de gobernadores regionales, se van a acelerar las conversaciones, al menos para conformar pactos electorales. Ahora, yo creo que los pactos electorales tienen que ir más allá. Tengo la idea de que, si no nos ponemos todos de acuerdo, podríamos perder todas las gobernaciones, porque los gobernadores se eligen con un 40%. Y en relación a los alcaldes vislumbro el tema muy, muy, muy complejo.

¿Cómo evalúa la experiencia de haber compartido un proyecto programático con la DC?

Bien. Fue complejo porque la DC desde muy temprano empezó a plantear los matices, es indudable que nosotros queríamos avanzar rápido y ellos no. Habían intereses disímiles. Nosotros sabíamos desde un comienzo que armar una convergencia con ese nivel de diversidad era complejo, pero finalmente todos votamos a favor.

¿No es un buen momento este, de la crisis de la DC, como para pactar sin ellos y mirar para otro lado?

Lo pongo en términos prácticos: La DC tiene 14 diputados. El gobierno necesita 6 para tener mayoría en la Cámara. Echamos para afuera a la DC y no tenemos una oposición que pueda lidiar con alguna posibilidad de éxito. Pasarían todos los proyectos del gobierno como por un tubo. Por otro lado, si quisiéramos tener un nuevo gobierno de centro izquierda, progresista, sin la DC yo creo que no da. Conozco harto la historia de Chile y por experiencia sabemos que no da.

En su propuesta de consolidar una fuerza opositora unificada habrían visiones muy heterogéneas. ¿Por qué lo ve factible?

Nosotros fuimos 20 años opositores duros de la Concertación, pero caímos en la cuenta de que había que buscar alguna fórmula para poder entrar en el debate y crear condiciones para seguir avanzando en el proceso de reformas. Yo creo que el Frente Amplio también se va a dar cuenta. La política es un arte. Por razones ideológicas podríamos estar eternamente peleando con la Democracia Cristiana, pero ¿qué sacaríamos?

Se entiende que la táctica del PC para este periodo es hacer alianza con fuerzas progresistas. ¿Cuánto tiempo de proyección le ve el Partido a esa táctica? ¿Cuánto aguanta el PC dentro de una alianza de corte progresista y no una que, en vez de administrar el modelo, aspire a removerlo?

Este modelo está basado en una institucionalidad concreta, que la dejó establecida Pinochet en la Constitución que nos rige. El principal objetivo para este periodo es cambiar la Constitución. Eso, para nosotros, es avanzar en pro del cambio del modelo. Es muy difícil que pueda cambiar el modelo si no cambia la institucionalidad.  Algo se avanzó en el gobierno anterior en hacer conciencia de la necesidad de cambiar la Constitución, pero es una tarea difícil.

Una vez cambiada la Constitución, ¿se evaluaría una nueva táctica?

Es posible que sí, pero si no se cambia en lo sustancial, que tiene que ver por ejemplo con el papel del Estado, es muy difícil. En Chile el Estado no puede nada de aquello que puede hacer el sector privado. El Estado está desmantelado de potestades para, por ejemplo, incidir en el desarrollo y crecimiento del país. No es que queramos expropiar todo, ni desmantelar la empresa privada. Queremos que el Estado tenga un estatus distinto, como incluso ocurre en otros países capitalistas.

En ese contexto, ¿cómo se evalúa el proyecto de Nueva Constitución y el proceso constituyente del gobierno de Bachelet?

El proceso constituyente es difícil porque se necesita para la reforma constitucional un quórum calificado que hoy día no existe. El proyecto que mandó no tiene asidero mientras no se hagan las reformas constitucionales que establezcan cómo se va a discutir la nueva Constitución.

¿Qué de marxista-leninista tiene el Partido Comunista hoy en día?

Mucho. El marxismo sigue siendo una teoría válida. Eso no quiere decir que consideremos el marxismo como una receta de cocina. Es una teoría y hay que adaptarla a las circunstancias, pero es un método para la discusión y la interpretación de la realidad. En relación al leninismo, Lenin aplicó el marxismo en una realidad concreta. Nosotros tenemos que aprender de Lenin a aplicar el marxismo en nuestra realidad concreta. Además, Lenin de alguna manera concibió a los partidos comunistas en su forma de organizarse y de actuar. En ese sentido mantenemos harto del leninismo, pero no es un dogma. Hemos aprendido a ser un partido no dogmático.

¿Es feminista el Partido Comunista?

Por lo menos hemos dejado el machismo de lado, creo. Iguale existe dentro de nuestras filas, como en las de todos los partidos. Lo principal en este caso es reconocerlo y tratar de remediar esa situación. nosotros hemos dado pasos importantes. El Comité Central es paritario. Nos falta dar el paso en los organismo regionales.

Tiempos mejores

¿Cómo van estos primeros días de oposición? ¿Qué reflexiones han llevado y cómo se están organizando?

En el pleno del Comité Central que hicimos en enero vimos que era muy prematuro adelantar cómo nos íbamos a mover frente al gobierno, porque todavía no estaban claras sus líneas de acción. Ahora ha ido quedando más claro. Primero, creo que toda la oposición fue sorprendida por este llamado a las comisiones de trabajo de niñez y seguridad. Nosotros nunca fuimos a la comisión de niñez. Sin embargo, analizamos el tema y decidimos no ir ni aunque nos invitaran, porque el hacerlo fuera del Congreso nos parece muy inapropiado. Además, no creemos que lleguen a planteamientos muy novedosos.

¿Por qué cree que hay personas de partidos de oposición que aceptaron participar?

Todos los partidos, menos el socialista que está en nuestra misma propuesta, están en controversia interna por este tema. Esto nos ha dado la posibilidad de que los partidos de oposición se reestructuren, sobre todo para empezar a tener propuestas conjuntas como partidos de oposición ante temas concretos.

¿Qué temas?

Por ejemplo, en el tema tributario o en el de niñez. Yo podría decir que ya está más claro lo que va a hacer el gobierno. Uno ve el discurso de la última etapa de la campaña, conciliador, algo populista. Tuvieron que tomar los temas de la Nueva Mayoría, entonces este discurso de la unidad nacional se ha ido diluyendo porque ha ido apareciendo la verdadera cara de la derecha, que es siempre la misma. La derecha no ha cambiado. Vienen todos los intentos de cambiar el tema de la objeción de consciencia, el tema de educación superior en el lucro, lo quieren hacer con las reformas laboral y tributaria… Existe una ofensiva al respecto y, además, tuvieron una muy mala caída respecto del tema de derechos humanos y reparación con el injustificado retiro del proyecto que le entregaba una pequeña reparación a los ex presos políticos.

¿No cree que exista cierto nivel de responsabilidad del gobierno anterior por no haber amarrado algunos de los temas que usted acaba de mencionar? Mencionaba el tema del lucro en educación superior, y la ley de aborto tres causales, por ejemplo…

Eso lo tendrán que asumir los ministros o la Presidenta. Respecto al tema de la objeción de consciencia, hay un tema con el Tribunal Constitucional (TC). Lo mismo con el lucro en la educación superior. No es que nosotros lo hayamos dejado pendiente, es que el TC le cambió el fondo a la ley. El TC, desde nuestro punto de vista, ha cometido una falta, por eso hemos presentado un juicio en lo civil, y estamos pensando algo que aparece como insólito: una acusación constitucional contra el Tribunal Constitucional, por haberse desmedido en sus funciones. No cumplió con el papel de armonizar la ley, sino que lo que hizo fue legislar; se atribuye funciones que no le competen. Eso no es responsabilidad del gobierno anterior. Es responsabilidad del Tribunal.

¿Y la agenda de reparación, con este proyecto que bloqueó el oficialismo?

Eso se podría haber cerrado antes. Ahí habría que ver la responsabilidad de todos. Las organizaciones de ex presos también alargaron mucho la discusión. Yo estuve metido en eso, lo sé totalmente. Era difícil conciliar las partes.

¿Y no fue que faltó la voluntad del ministro o la Presidenta?

Me da la impresión de que en ese tema no. Lo que tal vez faltó fue tratar de acoger de mejor manera a las organizaciones de ex presos, que son muchas, y que en oportunidades estuvieron divididas, pero el gobierno podría haberlo hecho a pesar de esa división. En el ánimo de respetar lo que decían los ex presos políticos yo creo que se dilató mucha la discusión.

¿Y con el no cierre de Punta Peuco?

Ahí nuestra crítica es bastante más seria. Eso debió haberse concretado mucho antes. Yo no tengo idea lo que pasó, algún día se aclarará, pero fue un muy mal término de gobierno. Fue bochornoso.

Usted mencionaba que esta derecha que había tratado de dar indicios de unidad, en verdad no era tal, que era la misma derecha de siempre. ¿Es la misma derecha la que gobierna hoy y la que gobernó entre 2010 y 2014?

No es la misma que gobernó con Pinochet, aunque hay algunos que sí. Pero es la misma que gobernó en el primero turno de Piñera. La derecha en esencia no cambia. Ellos defienden determinados intereses y los van a seguir defendiendo independiente de una agenda valórica. Ellos van a seguir defendiendo a las grandes empresas. Ahora, es la misma derecha, pero ha mejorado su táctica. No es que sea una derecha social, si los que componen el gobierno no han cambiado de rango social. Han sabido congeniar sus intereses con la necesidad de atender ciertas demandas que son urgentes en Chile, que no se han resuelto y que difícilmente se van a resolver. Ha surgido cierto populismo de derecha, claramente.

El espectro político que va desde el PC hacia la izquierda tiene un discurso que apela a los y las trabajadoras, al “pueblo”. Según su perspectiva, ¿por qué este “pueblo” vota por la derecha? ¿En qué falla el PC que todavía no logra convocar a la clase trabajadora?

El pueblo también elige a comunistas, pero los comunistas estuvimos 20 años excluidos de la arena política, por eso peleamos por cambiar el sistema electoral. Ahora hay un sistema proporcional que ha cambiado la correlación de fuerzas dentro del Parlamento, y así surgen otras fuerzas de izquierda que no estaban representadas. A los partidos no solo hay que medirlos por la votación que alcancen, sino por la capacidad de hacer alianzas y de buscar acuerdos para hacer programa. El Partido nunca ha tenido crecimientos exponenciales, porque también hay un anticomunismo exacerbado que se ha mantenido como en tiempos de Guerra Fría. Ese anticomunismo también les juega en contra. Hay partidos que han jugado al anticomunismo y que hoy se están dividiendo.

 América

La bancada del PC estuvo ausente en la votación de la Cámara en la que se aprobó el Tratado de Libre Comercio (TLC) con Uruguay, un tratado que podría ser otro avance en la liberalización económica de la zona. ¿Por qué?

Ese día fue cuando se dio el tema del retiro del proyecto de reparación de los ex presos políticos y estuvo la puesta en escena del diputado Urrutia, que hizo que todos saliéramos. Por eso no estuvimos. Hoy los TLC casi no forman parte de la confrontación ideológica. Forman parte de una nueva realidad mundial respecto a la cual todos tenemos que pensar. La globalización se impuso. Con respecto a lo de Uruguay, teníamos posiciones de organizaciones que estaban muy en contra y, por otro lado, el gobierno de Uruguay, que estaba muy a favor. Uruguay no es ninguna potencia económica que vaya a poner en peligro la economía de Chile. Estábamos en un trance entre lo ideológico y lo práctico, pero no es que hayamos corrido para no votar. Nosotros dijimos: “Nosotros no vamos a entrar a votar mientras no nos pida disculpas este energúmeno”.

Usted conoce a Díaz-Canel, el nuevo Presidente de Cuba. ¿Qué opina de su figura y qué cree que puede cambiar en Cuba con su administración?

He estado en tres reuniones con él. Me parece una persona muy versada en temas de economía, temas internacionales… Conoce muy bien Cuba. Está muy claro de que había que hacer cambios en la economía de Cuba. Hace unos cuatro años, cuando nos reunimos con él y Raúl Castro en Cuba,  me quedó claro que él había estado metido en todo esto de la diversificación de la economía, pero siempre muy claro de que allá el sistema socialista se mantiene. En Cuba han cambiado muchas cosas, pero con Díaz-Canel el sistema socialista no va a cambiar.

¿Esta apertura económica es un avance, un progreso?

Yo creo que sí. Todos los países necesitan la interrelación económica. Antes había una intensa relación dentro de los países socialistas, pero cuando cae la URSS eso se acaba y Cuba entra en una crisis que pudo haber sido terminal.

En Nicaragua se viven días de mucho conflicto. El Presidente Ortega está viviendo su peor crisis en 11 años de gobierno, con manifestaciones importantes, y ante tal ha aplicado la represión de las fuerzas del Estado, dejando decenas de muertos. ¿Debería la izquierda internacional tomar una postura crítica al respecto?

Yo no sé si los gobiernos de izquierda o derecha se caracterizan por el uso de la fuerza pública. Todos tienen que hacerlo por igual. El Estado siempre es represivo. En mi concepción, tiene que desaparecer el Estado. No pidamos que en una etapa de acomodamiento no se vayan a usar estos instrumentos. Yo lamento las muertes en Nicaragua. La izquierda debiera tratar de no usar esos instrumentos que siempre los ha usado la burguesía, pero es complejo y en Nicaragua la situación siempre ha sido compleja. La violencia siempre ha estado presente. Nicaragua es un país que ha tenido un crecimiento sostenido y ha realizado políticas sociales bastante progresistas. Ojalá los esfuerzos que se están haciendo ayuden a restablecer la convivencia pacífica. Ahora, no me sorprendería -porque ya lo ha hecho Estados Unidos en ese y otros países- que haya una mano negra en todo esto.