Es un hecho indesmentible: Fueron millones de personas las que inundaron las principales plazas y calles de Chile, por semanas, expresando un agobio contenido por largo tiempo. Exigiendo simple y esencialmente salud, salarios, vivienda, pensiones, educación; un buen vivir. Todos derechos negados que, hasta hoy, siguen siendo plenamente legítimos, siguen pendientes y no se han resuelto en la sociedad chilena.
La atención mundial se dirigió a nuestro país, porque siendo una nación en que las élites locales y potencias capitalistas habían definido como una especie de paradigma y ejemplo neoliberal, fueron multitudes las que develaron en las calles una realidad negada y por décadas no reconocida.
Una fuerte campaña político – mediática ha tratado de caricaturizar estas expresiones del pueblo chileno. Y, con violencia y odiosidad, las han estigmatizado y las han descalificado señalándolas como “el octubrismo”. Imponiendo la falsa idea que todos fueron “hechos delictuales” y que incluso existió “un poderoso enemigo” interno que había que derrotar, como lo afirmó el entonces Presidente Sebastián Piñera. Todos los organismos adscritos a las Naciones Unidas, que visitaron Chile, señalaron que se cometieron muy graves violaciones a los derechos humanos de las personas que se aplicaron métodos represivos que significaron miles de heridas y heridos de gravedad; miles de proyectiles lanzados a los ojos y los rostros; muertos, torturados, ciegos, entre otras denuncias de violencia sexual.
Recientemente, un Premio Nobel de Economía ha señalado, a propósito de esta situación, que Chile es un país en extremo oligárquico, lo que explica la falta de reconocimiento y sensibilidad hacia los verdaderos problemas de supervivencia de las mayorías nacionales. También, el representante en América del Sur del Alto Comisionado de Derechos Humanos de Naciones Unidas, Jan Jarab, ha enfatizado que “no es cierto” el intento narrativo que busca imponer la falsa idea que sólo se trató de hechos delictuales.
Fueron múltiples las ricas e intensas expresiones artísticas, identitarias, de la diversidad sexual, de movimientos sociales y regionalistas, de pueblos originarios; el aporte creativo reconocido mundialmente hecho por LAS TESIS y el movimiento feminista; las convocatorias de la Central Unitaria de Trabajadores; de estudiantes secundarios; del NO + AFP; de medioambientalistas; del bloque sindical de LA MESA DE UNIDAD NACIONAL, que convocó al PARO NACIONAL PRODUCTIVO más grande realizado en Chile en las últimas décadas; el plebiscito realizado por la Asociación Chilena de Municipios. Todo aquello, sin duda, abrió el camino que derivó, después, hacia plebiscitos en la búsqueda de una nueva CONSTITUCIÓN POLITICA para Chile.
Ninguna fuerza política, ninguna, tuvo incidencia significativa en la dirección de estas expresiones y sus formas orgánicas. Sí, hubo Partidos que se involucraron en el multitudinario movimiento, siendo parte de la gran expresión ciudadana.
En esos momentos, como Partido postulamos la necesidad de una ASAMBLEA CONSTITUYENTE, para que fuera el pueblo soberano el que protagonizara el camino de democracia y justicia social que se requería. No fuimos los únicos que expresamos esa idea y esa propuesta.
A cinco años de esos extraordinarios hechos que conmovieron Chile, insistimos: Las demandas que se expresaron en el estallido fueron y son legítimas, siguen vigentes, es un ciclo que no ha terminado y exigen solución en JUSTICIA Y DEMOCRACIA.
PARTIDO COMUNISTA DE CHILE
18 de octubre 2024.
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