Mujeres Comunistas en las ciencias: En la academia no es prioridad la investigación con perspectiva de género. Capítulo 12

En la edición número 12 del programa, partimos anunciando la extensión de Mujeres Comunistas por algunas semanas más. Esta es una buena noticia para el equipo de producción, porque es una valoración que hacen los y las radioescuchas de los temas analizados junto a nuestras invitadas y panelistas en estudio. Una valoración del aporte de este espacio a las problemáticas y demandas de las mujeres.

En esta oportunidad nos interesó conocer más sobre cuál es hoy la presencia de las mujeres en las ciencias y la investigación. Para ello conversamos en estudio, junto a la panelista estable Claudia Pascual, con Catalina Lamatta, primera mujer presidenta de la Federación de estudiantes de la Universidad Santa María de Santiago, hoy es parte del equipo de la Vicerrectoría de Investigación y Desarrollo de la Universidad de Chile.

Hemos considerado el tema como muy relevante porque de estas brechas que afectan a las mujeres se habla poco, y tenemos una larga historia de silencios.

Datos actuales

Existen diversas cifras que muestran que las distancias entre hombres y mujeres en los ámbitos académicos, ciencia e investigación no han sido superadas del todo. Por ejemplo, a las mujeres les va bien en las notas del colegio, pero no así en los puntajes de la PSU, “es una prueba que esconde estas diferencias”, particularmente en las áreas de matemáticas, nos dice Catalina. El sesgo en matemáticas de la PSU ha venido siendo denunciado por diversas instancias, remarca Claudia.

A las mujeres se las promueve menos en las ciencias, la matemática, la física, y es a partir de Segundo año de la Educación Media en que aparecen más claramente las brechas entre hombres y mujeres. Para Pascual influye hasta la forma en que te hacen la clase, y los ejemplos que se usan en matemáticas pueden incidir en este sesgo.

En nuestro país, el acceso de las mujeres a la academia ha ido mejorando en las últimas décadas en parte gracias a que hubo iniciativas durante el segundo gobierno de la Presidenta Michelle Bachelet que se aplicaron en algunas universidades, tales como el programa PACE que partió en 2014 y ya está viendo alguno de sus frutos, que fue un proceso de inclusión para sectores socioeconómicos vulnerables y que valora de mayor forma las notas en la educación superior.

No obstante iniciativas de este tipo, los datos nos siguen arrojando diferencias de acceso a los beneficios de contar con mayor educación formal. Es el caso del acceso de las mujeres profesionales a los cargos de docencia: en las universidades del CRUCH, se contratan menos mujeres que hombres en jornada completa, la docencia está inclinada hacia la contratación de hombres (57% del total, en promedio en 2017).

Hoy son más mujeres que hombres estudiando en pregrado, en cambio en posgrado va disminuyendo la cantidad de mujeres. En esto influye la maternidad y que las mujeres en las carreras de ciencias algunas terminan realizando tareas auxiliares como el lavado de artículos del laboratorio, por ejemplo. Es decir las conductas sexistas de la vida cotidiana se reproducen en la vida académica y en el de una investigadora.

La brecha en la formación de capital humano avanzado (PhD) se ha ido acortando con el tiempo, siendo mucho menor en las generaciones más jóvenes, aún cuando en estudios de doctorado, un 65% son hombres y solo un 35%, mujeres.

Pero, la distribución de la matricula en pregrado, “las cifras mienten” porque hay ciertas carreras que están masculinizadas como las áreas de tecnologías, ciencias, matemáticas, y otras feminizados, como las ciencias sociales y ciertas carreras de la salud.

En cuanto a las investigaciones, en la Universidad de Chile, los que conducen las investigaciones son más hombres que mujeres. También en las tesis de posgrado hay más profesores guías hombres. Catalina nos cuenta que desde la vicerrectoria de la U. de Chile se ha iniciado una política para disminuir esta brecha enfocado en la docencia para que el currículo no sea sexista.

Desde Conicyt se ha emitido un documento sobre la temática, pero que lamentablemente no ha tenido continuidad y solo tiene un diagnostico y líneas generales para la propia institucionalidad del organismo. Ocurre que este organismo financia persona a persona, es decir, es Conicyt el que define quien recibe fondos y quiénes no, a eso se suma que las investigaciones de género no son algo prioritario en las universidades.

Cómo vive una académica

El sistema universitario es super competitivo, basado en un modelo marcado con indicadores que miden productividad de cuántos paper, cuántos congresos asiste el profesional, entre otros, que son indicadores de desempeño para ir avanzando en la carrera académica, que permiten ir avanzando en los distintos espacios de poder en la universidad. Entrar a la carrera puede ser fácil, pero luego empiezan las diferencias, porque las mujeres tienen menos tiempo para hacer los paper, por ejemplo. Y para tener opciones de ser candidato a rector se tiene que estar en la más alta jerarquía, es decir ser profesor titular.

Por otra parte, los fondos internos de las universidades son muy pequeños para desarrollar una política que termine con la inequidad entre hombres y mujeres, y que posibilite desarrollar investigaciones cuyas metodologías tengan perspectiva de género. Se espera con el nuevo ministerio de ciencia y tecnología mejore este enfoque.

Se pueden incorporar factores correctivos, como el uso del tiempo que dedica la mujer a la investigación. También existen otras medidas como la promoción de las mujeres dedicadas a la ciencia, y la revisión del acceso a la educación superior.

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